Estos días he reflexionado sobre el miedo, muchas veces nos puede mantener en una caja encerrados sin hacer nada, como si de un hámster en su rueda se tratara, viviendo nuestras vidas en ciclo una y otra vez. El miedo nos puede mantener con los pies quietos y con cadenas atadas a la tierra, anclados en nuestra seguridad, en nuestro espacio quieto, respirando nuestra zona de confort.
El miedo puede ser nuestra defensa cuando nos protege de aquellos hechos catastróficos que pasan en nuestras mentes, sabemos que debemos caminar con cuidado en las calles por que tenemos miedo que un carro nos arroye, incluso un poco mas allá, escuchamos nuestras corazonadas para no hacer cosas que nos puedan poner vulnerables ante los otros, tal vez el hablar en público o invitar a alguien a salir.
¿Pero cual es el objetivo del miedo, cuidarnos o limitarnos?
Claro que cuando de cruzar la calle se trata, el miedo nos protege. No podemos cruzar la calle sin tener cuidado de voltear a ambos lados de la calle. Pero si está claro que invitar a salir a alguien no pone en riesgo tu vida, a menos que… (bueno no entraré en detalle) el punto es: A veces el miedo nos cuida, y otras nos limita.
Puede que estemos viviendo en una lucha constante contra aquello que queremos pero que nos prohibimos tener, limitándonos constantemente a ser quienes somos por ser quienes quieren que seamos. Lo interesante es que tu vida aquí en la tierra es tan pequeña como para preocuparte sobre lo que los otros piensen de ti, o si las cosas saldrán como quieres, apenas tienes tiempo de conocer parte del mundo, como para limitarte aun mas.
El miedo es aquello que tenemos dentro de nosotros y que nos cuida cuando nos sentimos en peligro, pero también se abraza de nuestra inseguridad haciéndonos pequeños y sin motivo para intentar romper los miedos. Siempre que tengo miedo recuerdo un libro que leí hace tiempo, “abraza tus mounstros” nos daba el pequeño gran consejo de imaginar a nuestro miedo como un mounstro, de la forma que quisieras, luego entonces tu elegías ser un animal fuerte que ahuyentara al pequeño mounstro, yo siempre elegí un tigre, y saltaba y gruñía sintiéndome grande, me funcionaba para desvanecer el miedo, sentía una descarga de esa energía densa que el miedo crea en nosotros y que nos limita.
¿Y tu, a que le tienes miedo?